Wednesday, May 15, 2013

Oráculo celta


Ver el destino en la cartas es, como quien dice, una experiencia. Si un árbol se quema y otro florece pensaré que hay cambios, hay muerte y una vida siempre nueva. Si otro árbol sumerge sus raíces en la tierra y toca con sus ramas el cielo sabré que puedo ver más allá y detrás, sin olvidar de dónde vengo. Y todo está muy bien hasta que aparece el guarda del deseo, ese temible ser de rostro feroz, empotrado entre dos mundos que me mira y parece decirme no. Claro que el pez, ese salmón enorme con la nuez en la boca me devuelve la esperanza de un camino en las aguas quietas del río, y me río también yo, porque en el fondo, en el del río o en el de mí misma todo fluye en espiral, como la de la última carta, esa suerte de laberinto, círculos concéntricos que giran sin parar.

MSoledad